Vacunación Dengue

El peronismo comienza a dejar solo a Sergio Massa

El ministro lleva adelante, para algunos, la campaña del Llanero Solitario.

Sergio Massa
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Una implosión es cuando una estructura colapsa o se desmorona hacia adentro debido a una presión o fuerza externa. Y la diferencia entre implosión y explosión es que la primera es un fenómeno “contrario”; mientras que en la segunda el colapso es hacia fuera, en la implosión se produce hacia dentro. En ese estado se viven los días actuales en el búnker peronista de la calle Mitre, ubicado en el microcentro porteño.

La implosión sucede tras la elección primaria del pasado 13 de agosto, cuando en el campamento de Unión por la Patria esperaban que Sergio Tomás Massa resultara el candidato más votado. No fue así: Javier Gerardo Milei resultó primero y Juntos por el Cambio terminó en segundo lugar, sumando la PASO entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Ahora, en el camping peronista enfrentan un nuevo desafío.

Asistencia Pública

Es decir, superar el rechazo de los gobernadores e intendentes propios a abonar una suma fija de 60 mil pesos y enfrentar el camino a la elección general del 22 de octubre con una inflación mensual que promete llegar al número mensual más alto desde la híper de Raúl Alfonsín. El mayor aliciente que tienen en UxP es el ánimo del ministro-candidato: Massa no para un segundo y habla con presidentes vecinos, gobernadores, intendentes y hasta con Cristina Kirchner.

Cumplimos

Con Alberto Ángel Fernández, solo hay frialdad. Es más: desde su usina del Frente Renovador afirman que “el escenario electoral posible es el mejor, pues en las circunstancias que atraviesa Argentina, somos competitivos para llegar al balotaje y hacer a Massa presidente”. Lo que se dice, el poder del convencimiento. Quienes van hoy al búnker pejotista asisten a la presencia absoluta de Malena Galmarini y al silencio momentáneo de Wado De Pedro, el ministro que oficia de jefe de campaña nacional.

La esposa de Massa ocupa por completo el piso asignado en ese impactante edificio porteño al candidato presidencial: “Al 5° piso ahora no va nadie. Y en el resto de los pisos, todos fingen demencia”, afirma un habitué del lugar que espera alguna definición que movilice la campaña. Allí, surge la misma inquietud que en el campamento de Juntos por el Cambio: cómo hacer campaña sin atacarlo a Milei para no victimizarlo.

“Decir que Milei es más malo que Benedetto no alcanza”, señala en tono futbolero un curtido dirigente peronista. Quienes han visto en las últimas horas a Cristina Kirchner aseguran que la vicepresidenta les ha dicho que tiene la decisión, por el momento, de no aparecer en la campaña. Ni en la nacional de Massa ni en la bonaerense de Axel Kicillof.

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Es que la devaluación ha terminado de correr a la exmandataria de poder realizar un discurso público que no dañe a la administración massista. La titular del Senado siguió al detalle, en diálogo con varios intendentes bonaerenses, los sugestivos saqueos que surgieron con la misma velocidad con la que desaparecieron. Cristina Kirchner señala a Mauricio Macri como el impulsor de esa movida.

Algunos de sus asesores le comentaban que la que se podría beneficiar con eso era Patricia Bullrich, la candidata presidencial de Juntos por el Cambio, algo que dijo públicamente Andrés “Cuervo” Larroque. Pero la Vice -sin pruebas, pero con certezas- dice que Macri es el responsable. Con esa actitud prescindente de Cristina, Massa lleva adelante, para algunos, la campaña del Llanero Solitario.

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