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El único plan que tiene el gobierno es otorgar más planes

Resulta inentendible como puede creerse que una dádiva o un subsidio pueden solucionar el problema de la pobreza.

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Descacharreo

Finalmente, el año 2021 terminó con el índice de pobreza en torno al 37,3% de la población, algo así como 18.000.000 de habitantes. La indigencia a su vez alcanzó al 8,2% de la población (unos 4.000.000 de habitantes). Dentro de estos datos globales, lo que nuevamente preocupa es el nivel de pobreza que se registra en los niños de hasta 14 años, donde la pobreza afectó al 51,4% de ellos.

En Argentina seguimos teniendo una triste foto de la niñez: tenemos más niños pobres que niños no pobres. Más allá de los datos publicados, lo cierto es que el Gobierno da muestras claras de seguir convencido que de la pobreza se sale con más Estado, con más regulaciones, con más prohibiciones y por supuesto, con más planes sociales. Los datos parecen no alcanzarles. En democracia la pobreza se ha incrementado en promedio un punto por año.

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Solo en el gobierno de Alberto Fernández está ha crecido de manera vergonzosa: se crearon 33.000 pobres por mes. Sí, desde el 10 de diciembre de 2019 los pobres se incrementaron a razón de 1.100 por día, algo así como 45 pobres por hora. Los piqueteros toman las calles. Un Ministerio de Desarrollo Social con un presupuesto estimado de $584.000.000.000 para este año parece no ser suficiente para que la gente pueda transitar en paz.

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Los planes abundan, son cada vez más y el problema de la pobreza parece no tomar nota de ello: incluso existe un “manual” oficial donde cualquiera puede consultar por cada uno de los planes existentes y optar por el o los beneficios sociales que más se adapten a las necesidades de cada persona. Cabe mencionar que esta “guía social” hoy consta de 226 páginas. Todo un absoluto delirio.

Resulta inentendible como puede creerse que un plan social, una dádiva o un subsidio pueden solucionar el problema de la pobreza. En primer lugar, la historia marca que el incremento de planes sociales siempre fue acompañado por aumentos en los índices de pobreza: jamás éstos han influido en la disminución de la pobreza. Más aún, cuando Argentina se encontraba dentro de las economías más ricas del planeta era precisamente cuando nadie le regalaba nada a nadie.

Hasta no hace mucho Argentina ostentaba uno de los índices de pobreza más bajos de su historia: en la década del 70 no existían los planes sociales, sin embargo, la pobreza llegó a tocar un piso del 4%. Hoy, con 23.000.000 de personas recibiendo un cheque del Estado y cerca de 15.000.000 de ese total que recibe algún beneficio no previsional, la pobreza es diez veces mayor a la que el país tenía hace algo más de cuatro décadas. Los datos son abrumadores.

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En segundo lugar, existe un concepto a veces olvidado por la política: la restricción presupuestaria. No entender que siempre alguien paga la cuenta y que nada es gratis es algo elemental pero que muchas veces no se tiene en cuenta por aquellos interesados en los fondos públicos. El dinero que se utiliza para el pago de los planes sociales surge de la emisión monetaria, de endeudamiento o de impuestos.

Hoy el Gobierno intenta subir impuestos lo que significa menos dinero en el bolsillo de los empresarios, de los empleados, de los emprendedores y de todo aquél que intenta tener un futuro digno. Esto significa peores salarios, menos empleo, menos inversión y más decadencia. El único plan que tiene el gobierno es otorgar más planes. De lograrlo, seguirá condenando a la Argentina a ser un país en donde en algún momento, no haya nada más por hacer.

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