Hay árboles de mandarina con la fruta pasada y seca todavía colgando de la rama justo en la puerta de entrada a la Casa. Suenan, como casi todas las mañanas, los ruidos de las cortadoras de césped mezclados con los pájaros y los susurros del personal de Seguridad repartido en las 30 hectáreas de parque.
Los jardines de la Residencia Presidencial de Olivos tienen siempre movimientos lentos pero ahora es como si todo estuviera detenido, vacío. Está claro que acá hay un final. Adentro, en la casa que ocupará Javier Milei a partir del domingo a la noche todavía vive Alberto Fernández, con sus tres perros y una agenda calma.
A Alberto Fernández, le quedan por delante un solo hito
Tras dar su mensaje de despedida por cadena nacional, al presidente saliente solo le resta entregarle la banda y el bastón al nuevo Presidente en el Congreso de la Nación.
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Le quedan por detrás una inflación acumulada de 814% en cuatro años (la más alta de los últimos 30 años), índices de pobreza escalofriantes y un vínculo destruído con Cristina Fernández de Kirchner, a la que no ve desde la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner y a la que se encontrará, siete meses después, en la ceremonia de asunción de un nuevo Gobierno. No habrá entre ellos ni siquiera un mensaje de adiós.
La vicepresidenta saliente ya anunció que seguirá sin cargos su centralidad política. Él no. Se irá el miércoles o jueves, invitado por el presidente italiano, Sergio Mattarela, a un summit de cambio climático que sucederá el fin de semana en un pueblo en los alrededores de Turin. Desde ahí, viajará a Madrid donde ya están Fabiola Yáñez y su hijo Francisco en un departamento en la Moncloa, que alquilaron por seis meses. Se llevará solo a Dylan, su perro. Le gusta pensar en esa zona donde circulan los estudiantes de las universidades, a apenas quince minutos de Salamanca, el barrio más recoleto de Madrid. Después de las fiestas, empezará a dar clases. No se imagina su futuro cercano. Le cuesta creer que pueda vivir más que una temporada corta en otro país.
El living de la residencia presidencial se mantiene tal cual lo dejó Juliana Awada
Colores claros en los sillones, cortinas cálidas, cuadros con líneas simples. Rebotan gorriones que aterrizan contras las ventanas a cada rato. Es un sonido seco, un poco perturbador.
Durante su estadía, el Presidente y Fabiola Yáñez no cambiaron ni un solo cuadro. Apenas la oficina personal de la planta baja, lleva la marca de sus cosas. “Acá mismo reanimaron a Perón durante una hora antes de declararlo muerto”, suele señalar Alberto Fernández mostrando un rincón específico del living para dar una idea de que esta casa, que parece tan idílica, guarda, además de la historia de un país, la intimidad de la vida y la muerte de quiénes lo dirigieron.
Por este lugar, pasó el viernes Karina Milei a conocer la casa en la que vivirá su hermano con los cuatro mastines que adora y que no pueden estar juntos porque perdieron la socialización en la pandemia. Karina volverá en plan de ver si es posible adaptar como hogar para las mascotas a las caballerizas que mandó a construir Carlos Menem en los 90. No es un conflicto sencillo. Un gobernador se sorprendió hace un tiempo cuando visitó a Milei en su casa personal y él le mostró la distribución de cada cuarto para cada perro porque cruzarlos puede significar una pelea feroz.
Acá también se reunieron Alberto y Milei, dos días después de las elecciones, en esa conversación que se sabe fue calma, amigable y garantía de una transición que terminó ordenada. Se habían conocido en 2018 en el estudio de Mauro Viale, cuando los dos recorrían los programas de televisión opinando de política uno y de economía el otro. Rafael Bielsa les organizó en aquel momento un almuerzo para charlar más largo, en una época en la que ninguno de los dos se hubiera apostado para Presidente.
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A Alberto Fernández, le gusta recordar que en la charla de Olivos le dijo que tenga cuidado con los discursos de violencia y le ofreció consejos sobre gobernar la geopolítica y la calle: “Este país tiene un pueblo que aprendió que si sale a la calle, cambia las cosas. Ojo que si en una marcha lastimás a una mujer tenés un problema enorme. Y si reprimiendo, muere alguien, es el fin de tu gobierno”, le dijo.
El discurso de asunción de Javier Milei
La primera decisión disruptiva de Milei será hablarle al pueblo y no a los representantes del pueblo dentro del Congreso de la Nación. Ese órgano que se constituyó con sus nuevos integrantes y mostró otra foto nueva en la Argentina: un nivel de fragmentación, una infinidad de fisuras que atraviesan todos los bloques en el recinto hasta volver difícil imaginar cómo se ordenará el peronismo. Ni hablar de Juntos por el Cambio. El radicalismo se envalentona con esa idea de ser los más unidos del mundo que viene. Difícil de creer. Para los pensadores políticos de Milei, en este escenario inédito, hay una oportunidad. Ayer ya hubo un resbalón: Martín Menem asumió como Presidente de la Cámara y vio cómo el dolido Cristian Ritondo y Germán Martínez, jefe del bloque peronista, se aliaban para una picardía que debilitará a LLA en la conformación de las comisiones. Hay que subrayarlo. Ayer hubo una alianza kirchnerismo-PRO.
El discurso del nuevo Presidente será en el frente del Palacio Legislativo, con la gente en la calle y las banderas argentinas que pidió. Anoche apuntaba a solas con su amigo y asesor principal, Santiago Caputo, los detalles de ese mensaje. Juntos delinearon las palabras que dio después del resultado de las tres vueltas electorales. Este será el discurso más importante de todos. Recopiló de cada uno de los ministros designados, información sobre la herencia y sobre los objetivos que buscan, dirá que la Argentina es un país “al borde de la explosión”.
Su mente en estos días sólo tiene un tema: la economía, las Leliq, la desactivación de una bomba. Buscará dejar bien en claro la situación del país y explicar que las reformas que vendrán serán profundas. Usará la idea norteamericana del “estado de la Nación” que también inspiró a Mauricio Macri.
El lunes, los hechos
La palabra desregulación del Estado conformará el nuevo lenguaje de la política. Federico Sturzenegger escribió los detalles de lo que será la primera acción de gobierno: un decreto de necesidad y urgencia delimitando todos los cambios que pueden hacer sin una ley. Dirigirá una agencia especial de desregulación que funcionará en la órbita de Presidencia de la Nación. El resto será parte del proyecto de ley ómnibus que mandarán al Congreso y al que le están buscando un nombre más interesante que la tradicional calificación de “ómnibus” para los megaproyectos que mandan los Ejecutivos.
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Estos días fueron extremadamente vertiginosos en los tres pisos de las oficinas de la avenida Libertador en Retiro que prestó Mariano Cúneo Libarona (que tiene su estudio cruzando la calle). Sin biombos ni oficinas personales, era difícil mantener conversaciones secretas para las decisiones de alta complejidad. Ahí se unificaron todos los funcionarios que están por entrar a gobernar. Incluido Milei que se metió en varias reuniones, varias veces. Ahí se sabe que los dólares que Luis “Toto” Caputo espera conseguir para sobrellevar el primer tramo, todavía no están garantizados. Hay buena voluntad del FMI y promesas de fondos que primero quieren ver para creer.
La devaluación está asegurada pero cuánto, cómo, cuándo. Todo eso se sabrá el lunes. Repiten como un mantra que lo que viene será muy cruento. “Hay que ver cómo se reparte el dolor”, se preguntaba ayer un integrante estratégico del mercado financiero. A ellos, les habló en la intimidad Nicolás Posse, el nuevo jefe de Gabinete.
La calle, una variable clave de lo que viene
Hay demasiadas especulaciones y predicciones en todos los ámbitos de poder sobre cómo se dará esa pelea.
Jorge Macri y Javier Milei estuvieron dos horas reunidos el sábado a las seis de la tarde en el Hotel Libertador donde ese fue el tema preponderante.
Se vio en su discurso, con Patricia Bullrich en primera fila y el mensaje de respetar el derecho a protestar pero también a circular. El PRO macrista le regaló así al libertario el costo político de lo que pueda pasar en las protestas.
Balada para un loco
Antes que todo tiene que suceder el inicio del Gobierno, este domingo. El final de las ceremonias de asunción será en el Teatro Colón con la obra madame Butterfly, esa que fue a ver con su novia Fátima Florez antes del balotaje y se convirtió anécdota viral porque un grupo de gente lo repudió y subió a las redes el material.
Pero no fue esa la verdad de aquella noche. Jorge Telerman, a cargo del Colón, planificó detalladamente el ritual de homenaje al nuevo Presidente y a los mandatarios extranjeros. Hasta las indicaciones a la orquesta para tocar Balada para un Loco, otra idea disruptiva que a Javier Milei le divierte protagonizar. Una especie de exorcismo de aquel tiempo que ya parece haber sucedido mil años atrás, cuando le hicieron, según él, “la campaña electoral más sucia de la historia”. Ahora es Presidente.
