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Política y crisis

Descacharreo

Vista la abundante oferta de candidatos para ocupar cargos públicos, pienso que la tremenda inflación y la crisis por la que atravesamos preocupan a una gran masa de ciudadanos, que sin duda prometerán salvar al país y a las empresas que operan los más importantes rubros de la tremenda debacle en que se encuentran. Considerando que la cantidad de candidatos postulados, hasta la fecha, es todavía un dato apresurado, supongo que esa cifra será superada con creces en días venideros. Es  evidente que se ha dado una sinergia entre la crisis y el aumento de la oferta de políticos, que en diferentes partidos aspiran a ocupar algún cargo público bien remunerado. Lamentablemente, reflexionando con seriedad, mucho me preocupa que tanta gente quiera salvarse a costa del Estado. Ello es porque han aprendido, durante muchos años, que vivir a costas del Estado es  el mejor negocio. Puede brindar pingües ganancias, sin exigir requisito alguno en el Currículum Vitae y sin arriesgar prácticamente nada. Prueba de ello, es que hace años que vemos funcionarios que se reciclan dentro de la política, y logran mantenerse en algún cargo bien remunerado que, sin duda, estará cargado en el presupuesto del Estado para que  lo  paguemos  inocentes ciudadanos. Percibiendo la cruda realidad, no creo que el país tenga salida alguna hacia un horizonte luminoso, mientras no se proceda a desestimular los beneficios que brinda la actividad política, para que funcionarios y legisladores puedan enriquecerse en sus cargos. Sin duda, esto  que sucede es una aberración que distorsiona todo el sentido de la llamada “democracia”. Por lo tanto, considero que, por ley, deberían fijarse las remuneraciones de funcionarios y legisladores, de modo que estén íntimamente relacionadas con el salario mínimo y que las dietas no puedan ser incrementadas a “piaccere”. De esta forma, ninguna persona que acceda a cargos públicos podrá fantasear con hacerse  rico lucrando con el Estado. Desde luego que no habría esta ominosa oferta de candidatos, porque solo se presentarían personas serias, que efectivamente estén dispuestas a poner su inteligencia al servicio del país, para que sea productivo y ordenado. Desde luego que las consecuencias inmediatas serían que se venderían menos camionetas 4×4 y autos de alta gama.

Humberto Hugo D’Andrea

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