El viento derribó un árbol de grandes dimensiones, ayer a la tarde, en el Parque 9 de Julio. El ejemplar cayó sobre una calle interna del paseo y aplastó un auto que pasaba por el lugar, en la zona de las avenidas Gobernador del Campo y Coronel Suárez. Según las primeras informaciones, el conductor del vehículo estaría fuera de peligro. Pero, claro, no gracias a Germán Alfaro.
Y es que todo pareciera indicar que el intendente de la principal ciudad de Tucumán estaría esperando que ocurra una desgracia para ocuparse de una buena vez del estado de los árboles de la capital. Seguramente, si se le pregunta a Carlos Arnedo, el Secretario de Servicios Públicos Municipalidad de San Miguel de Tucumán, volverá a insistir con la burrada de siempre. Todo con tal de deslindar responsabilidades de parte del alfarismo.
Y es que, para el funcionario municipal, lo que ocurrió ayer seguramente “pasó por cuestiones de la naturaleza particularmente”. Es lo que declaró hace algunas semanas luego de que un árbol cayera sobre un grupo de niños que se encontraban jugando en el Parque Avellaneda. De esta manera, la irresponsabilidad de la gestión Alfaro sólo es medible con el cinismo propio de quienes dirigen el municipio de San Miguel de Tucumán.
En este marco, cabe mencionar que se debería bregar por un control real y efectivo de la gestión municipal, siempre dentro del marco democrático y de las leyes vigentes. En esa línea, también habría que decirle con claridad al intendente que no puede amparar funcionarios que declaran desde la más absoluta ignorancia ante un hecho gravísimo como el sucedido. Tal es el caso de Carlos Arnedo.
Pero, además, de las irresponsables e insensibles declaraciones, está más que claro que la Municipalidad de la Capital no cuenta con personal que monitoree el estado de los cerca de 400.000 árboles que hay en la ciudad, de acuerdo a las mismas cifras oficiales difundidas por el propio municipio. Y es que no la única verdad es la realidad y la misma indica que no hay inspectores que supervisen el estado de los árboles.
Por el contrario, lo que existen no son más que empleados que van y realizan la poda o la tala según corresponda y cuando les indican. Para colmo, existe una guardia que funciona las 24 horas pero que sólo accede a partir de denuncias que formulan particulares. Es decir, todo muy atado con alambres, defecto típico de la gestión de Alfaro. Está claro que todo lo ocurrido no puede entenderse de otra forma si no es por la inoperancia de los funcionarios municipales.
