Desde el Gobierno se analiza que el fin de año de este 2020 será el más complicado desde el 2001. Por esta razón, es que el oficialismo ensaya distintas estrategias para sobrevivir y poder llegar al 2021 con cierto margen de gobernabilidad. Y es que a toda costa, el kirchnerismo pretende evitar un diciembre más parecido al que culminó con la administración de Fernando de la Rúa, que a uno en el que el peronismo controle la situación.
En ese marco se entiende el insólito subsidio de $50.000 por mes, que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, les pagará a los usurpadores de tierras. A la administración bonaerense se le hace fácil el cálculo: sólo con dinero podrán frenar la escalada de descontento y malhumor social entre sus votantes de cara al mes más difícil del año, cuando las fiestas de Navidad y Año Nuevo marcan la agenda.
La toma de tierras en Guernica terminó siendo el escenario perfecto para experimentar con la entrega de dinero a quienes continúan viviendo sumergidos en la pobreza extrema. De esta forma, usan a la gente, a quienes pretendería comprarles la voluntad en lugar de brindarles oportunidades genuinas para que puedan salir adelante por ellos mismos. Es en este tipo de coacciones en los que el gobierno gasta el dinero del pueblo.
En ese sentido, no sólo el dinero destinado a mantener a los pobres dependientes eternos del Estado es lo que crece. También aumenta el malestar de toda la sociedad que observa atónita cómo sus negocios quiebran a pesar de haber trabajado toda la vida, mientras que desde el gobierno se continúa destinando dinero de las arcas públicas, sólo con la intención de evitarse a sí mismos problemas sociales de dimensiones incalculables.
Mientras tanto, se ningunea al resto de la sociedad, esa que cuenta con sueldos paupérrimos que no han podido aumentar por medio de las paritarias debido a que la pandemia de coronavirus diezmó el mercado laboral. De esta forma, la pérdida de empleos resultó aleccionadora para los trabajadores, que son conscientes de que este año, sus ingresos perderán al no haber podido ser actualizados como corresponde.
En ese marco, los profesores universitarios, por ejemplo, debieron conformarse con un exiguo e insignificante aumento del 7%. Sin embargo, dinero fresco para quienes incurren en el delito de la usurpación y la toma de tierra, sí existe y llega de forma rápida. Para colmo, la inflación también le dará un golpe de muerte a los ya de por sí flacos bolsillos de los trabajadores. Pero a la clase trabajadora, la que reivindicaba Perón, al kirchnerismo no pareciera importarle.
Profesionales de toda índole vieron cómo el gobierno no les aumentó el salario, al tiempo que sí incrementó lo que podría considerarse dádivas políticas para continuar profundizando el clientelismo político. Y es que el único fin que parecería perseguir el kirchnerismo sería el de continuar manteniendo de rehenes a los pobres, porque en ellos tendría el fuerte de su base electoral, debido a que los ven como clientes y no como ciudadanos.
