La renovación total de la Plaza Independencia es la obra pública que más controversia política generó en los últimos tiempos. Como suele suceder con los sitios emblemáticos, el resultado de los trabajos generó tantas adhesiones como rechazos. La dirigencia afín al Municipio ponderó la nueva imagen y la importancia del emprendimiento mientras que la opositora cuestionó la oportunidad de la remodelación y también la relación entre los montos empleados y las mejoras concretadas.
Lo cierto es que, una vez más, en la administración del intendente Germán Alfaro se lavan las manos sobre el vandalismo en la plaza Independencia y sostienen que será uno de los trabajos más importantes de la etapa de gobierno y que será el corazón de un circuito en el casco histórico, que se completará con las semipeatonales y la Iglesia San Francisco, entre otros. Es decir, una venta de humo.
Consideran que las obras son el “caballito de batalla” y la identidad de la gestión. Esto no es más que una admisión de que sólo apuntan a pura cosmética. No en vano, en los sectores disidentes, sobre todo los cercanos al Gobierno provincial, consideran que se planifican remodelaciones costosas sin planificación para obtener un rédito electoral. Lo cierto es que la Independencia fue protagonista de disputas e internas.
Durante la interna del justicialismo local, Juan Manzur tuvo un acercamiento institucional con el intendente Alfaro y gestionó ante la Nación la llegada de los fondos que faltaban para terminarla. Las relaciones habían mejorado. La proximidad de la campaña con la mirada en las parlamentarias, sin embargo, volvió a tensar el vínculo. El 9 de Julio estaba previsto que el presidente, Alberto Fernández, junto con Manzur y Alfaro recorrieran las flamantes del paseo.
A último momento, desairaron al jefe municipal de Juntos por el Cambio y sacaron de la agenda oficial el recorrido. El intendente fue invitado al acto en la Casa Histórica como compensación. El mensaje, de todas maneras, fue entendido claramente en 9 de Julio y Lavalle. La inauguración oficial fue una fiesta, sin el oficialismo provincial, días después. Pero ahora, y a tan solo siete meses de la apertura, la plaza sigue estando en el foco de atención.
En las redes sociales se leen algunas quejas por el estado en el que se encuentra el paseo público. En las fotos que acompañan las publicaciones de vecinos y de dirigentes pueden verse pérdidas de agua en la fuente; roturas en los bancos o pasturas crecidas. Imágenes similares son las que emplea la Municipalidad para explicar qué es lo que sucede: por descuido o con intención, muchos ciudadanos dañan el paseo público. Es decir, se sacan la responsabilidad de encima.
En ese marco, ni lerdo ni perezoso, el alfarismo volvió a sacar a la cancha a uno de sus sabuesos para que a puro ladrido defienda la pésima gestión. Fue entonces que el secretario de Obras Públicas municipal, Alfredo Toscano, detalló que tienen que hacer reparaciones a diario. El sitio dependerá de su área hasta tanto se termine el ensanchamiento de las veredas de alrededor, que están demoradas por supuestos inconvenientes técnicos del terreno en la calle 9 de Julio.
La Municipalidad advirtió que las acciones destructivas contra la propiedad pública son tantas que “escapan a los ojos”. El robo de medidores y cables del alumbrado público, el vandalismo en contenedores de basura y paradas de colectivos, la destrucción de esculturas en parques y plazas, sumado a los grafitis en los bancos, son elementos que forman parte del escenario diario de Tucumán. En ese marco, Alfaro decidió lavarse las manos una vez más y no se hace cargo.
