Mientras en otros distritos los gobiernos municipales se manejan con prudencia para con sus habitantes, existe una administración que nunca dejó de poner palos en la rueda nada menos que a los propios ciudadanos de San Miguel de Tucumán. Se trata de la municipalidad que bajo la gestión del alfarismo, parece haber entrado en la locura de uno de sus funcionarios más polémicos: Enrique Romero.
En ese marco, el subsecretario de Tránsito y Transporte de la capital, desde hace tiempo viene actuando como tiene acostumbrado a los vecinos de la ciudad. Es decir, con un tono amenazante acerca del modo en que los ciudadanos manejan sus vehículos particulares, ya sea que se trate de automóviles o motocicletas. Y esta violencia verbal degeneró en física cuando la semana pasada dos agentes emularon el ejemplo de su jefe.
Estos dos sujetos, quienes se desempeñan como empleados municipales de tránsito, realizaban un control vehicular conjuntamente con otras personas, no identificadas por la instrucción, en calles Virgen de la Merced y Córdoba. En tal procedimiento, detuvieron a un motociclista a bordo de un rodado marca Zanella, quien circulaba con casco de seguridad, con licencia de conducir, cédula de identificación de rodado y seguro de responsabilidad civil pago.
Con el vehículo frenado, los funcionarios se aproximaron en forma artera desde atrás, actuando sobre seguro y sin ser advertida su presencia por parte del agredido. Con gran fuerza comenzaron a tirar de las manijas traseras de la motocicleta que aún montaba el damnificado, provocando un desplazamiento en reversa de aproximadamente un metro. Es decir, actuar de forma absolutamente desinteresada de los riesgos que para la salud de la víctima implicaba.
Como consecuencia de este accionar, provocaron que el conductor del rodado pierda el equilibrio, caiga pesadamente al piso con la motocicleta encima suyo, lo que le ocasionó las lesiones ya descriptas. Posteriormente, ambos imputados fueron aprehendidos y trasladados a la Comisaría I. En menos de 36 horas, estos dos agentes tránsito de la municipalidad capitalina fueron condenados a un año y dos meses de prisión condicional.
El intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, no tiene más remedio que actuar en consecuencia. Caso contrario, estaría siendo cómplice del accionar de Enrique Romero.
Es decir, Alfaro no tiene otra salida que la de denunciar a Romero y separarlo inmediatamente de su cargo. Pero, como buen cobarde, el intendente no sólo no se manifestó respecto de la violencia de los agentes a cargo del municipio, sino que tampoco hizo mención alguna acerca de qué es lo que hará con Romero. ¿Acaso por la cabeza de German Alfaro pasa la posibilidad de seguir manteniendo en su cargo a un funcionario violento como el que tiene en el área en la que se desempeñan los condenados el pasado domingo?
Y hablando de los condenados, ¿Qué es lo que pasará con ellos? ¿Serán sumariados y separados del cargo como corresponde? ¿O será un “todo pasa” y Alfaro esperará a que baje la espuma de la indignación social de los últimos días? Cabe mencionar que la Justica ya hizo su parte. Pero resta todavía saber qué pasará con la parte administrativa. Justamente, la que le corresponde al intendente como máxima autoridad del Municipio.
¿Acaso seguirá lavándose las manos como siempre y mirando para otro lado? ¿Seguirá con ese silencio cómplice que aturde a los ciudadanos como lo hace también la impunidad con la que se manejan Romero y Alfaro? ¿O de una buena vez el intendente actuará como lo hizo la Justicia siendo implacable con los violentos? ¿O acaso está de parte de que se continúe ejerciendo violencia por parte de los agentes municipales de tránsito dirigidos por Romero?
Germán Alfaro, quien con su tradicional estilo de lavarse las manos y desentenderse de los asuntos que le corresponden, se colocó solo y a sí mismo entre la espada y la pared. Y es que mantener a Romero en su puesto no solo lo reviste de impunidad, sino que, además, convalidaría la comisión de delitos de parte de los agentes que se encuentran todavía bajo la órbita de la Secretaría de Transporte.
Lo cual, a su vez, convertiría a Alfaro no sólo en encubridor, sino también en cómplice delictual.
Apenas la semana pasada, desde Tucumán Despierta, dejamos en claro que Romero se trata de un ser violento y cavernario que ejerce el poder de policía en representación del Municipio capitalino en materia de tránsito y transporte, lo que constituye una locura que en cualquier momento le traería graves consecuencias al intendente.
El que avisa no traiciona dice el dicho y desde este medio lo dejamos en claro. Y como manifestamos ayer, debería entender el intendente que, al no hacer nada con Romero, termina convalidando y permitiendo su permanente comportamiento patoteril. Ya es hora de que se ponga los pantalones largos Germán Alfaro y haga lo que tiene que hacer de una buena vez por todas para no tener que seguir lamentando hechos violentos que son frecuentes en su gestión.
